Se oyen tambores de guerra y, aunque lo veamos por pantalla, tenemos claro que no es ficción. Sabemos que estamos directamente afectados, y vemos cómo sufre muchísima gente. Tenemos refugiados en el pueblo, y muchos nos hemos planteado cómo podemos contribuir. Además, nos toca el bolsillo. Un día tras otro nos recuerdan que nuestros intereses también están en disputa. Nos encontramos envueltos y tenemos miedo. De las peleas sabemos cómo empiezan, pero nunca sabemos cómo acabarán.
Muchos niños saben que hay una guerra e intuyen que esta no es como las otras.
Los n…