Hasta fechas recientes, los saberes humanísticos han constituido, junto con las matemáticas, el núcleo de los sistemas educativos de Occidente; se les creía dotados de un peculiar poder para formar políticos, funcionarios y juristas y se les encomendaba la transmisión de la sabiduría del establishment a las generaciones jóvenes. Un conjunto de cambios acaecidos a lo largo del siglo y particularmente tras la segunda Guerra Mundial ha alterado profundamente tal estado de cosas y afectado a la confianza atribuida al humanista para dirigir e instruir a los demás. En la incertidumbre de…
Contenido publicado en
Revista Íber - Número: 17 (July 98)
LA HISTORIA QUE SE APRENDE- ISSN: 1133-9810
- Editorial Graó
- Martín Alonso